Soy una voz que no será silenciada,
usando como conviene mi libertad,
esclavizando mentiras, gritando verdad,
en contra del conformismo y la dejadez enraizada.
Opositor de los hombres que tienen como sinónimo cobardes,
impacientando incluso a la paciencia,
podrida el alma, cauterizada la conciencia,
que con un arma asesina de muy hombres hacen alarde,
Que ciegan la vida del hombre honrado,
quien come su pan con el sudor de su frente,
el verdadero hombre, el verdadero valiente,
que trabaja todo el día y se despierta temprano,
Que en sus manos están las huellas de su esfuerzo,
en su cansancio la satisfacción de su vida,
que jamás tocará el arma homicida
para creerse como ellos, lo mal llamados hombres.
Historias de muertes pasan a diario,
víctimas de inconcientes,
a los que les circula veneno en vez de sangre,
que ni merecen compararse con un animal,
aunque fuera un depredador furtivo,
porque matan solamente por placer.
¿Cuándo cesarán éstas muertes?
¿Cuándo dejaremos de llorar a inocentes?
¡Guatemala despierta por favor!
Que tus entrañas sepulten al cobarde y traidor,
A la escoria de ésta sociedad marchita,
a los ombres que no son hombres,
que en tu suelo muerte vomitan
y alzan en alto la bandera Impunidad.
«¡Guatemala feliz!…
que tus aras no profane jamás el verdugo;
ni haya esclavos que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz.»
Ni cobardes que se crean valientes
con armas en las manos
que cada día nos vuelven a enlutar.
Que un día podamos cantar la letra
que el Señor Palma escribió al inicio:
«¡Guatemala feliz!…
ya tus aras no ensangrienta feroz el verdugo;
ni hay cobardes que laman el yugo;
ni tiranos que escupan tu faz.
Si mañana tu suelo sagrado
lo profana invasión extranjera,
tinta en sangre tu hermosa bandera,
de mortaja al audaz servirá;
Que tu pueblo con ánima fiera,
antes muerto que esclavo será.»
(«Que triste… No se necesitó una invasión extranjera para sentirse como esclavos en el propio país. Verdugos andan sueltos por las calles de nuestra Guatemala, ensangrentándolas, adueñándose de ellas. ¿Hasta cuándo Guatemala? Debemos hacer algo.
Este no es un llamado a la violencia. Es un llamado a ya no quedarse callados y a no acostumbrarse a vivir con muertes violentas. ¿Cuántas muertes más tienen que haber para que nos levantemos y salgamos a las calles a recuperar lo que nos pertence? ¿Cuánto más tiene que pasar para que digamos: ¡Ya no más!«)