A pesar de las espinas que dejó tu amor en mí,
cada herida me recuerda lo feliz que me sentí,
estando a tu lado, por instantes o por horas,
momentos que desde tu adios mi alma añora,
seguís estando en mis sueños,
en las tardes tristes que te extrañan,
en las mañanas que dejaron de escucharte,
y en mi corazón que no ha dejado de amarte,
Seguís aquí,
en cada lágrima de mis noches de desvelo,
en cada suspiro que confiesa que te quiero,
en cada espacio vacío de mi vida,
en cada latido que aunque quisiera, no te olvida.
Seguís aquí,
en cada palabra, en cada pregunta,
en cada culpa, en cada reproche,
seguís aquí como si no quisieras irte,
como dando la bienvenida en vez de despedirte.
Aunque pensaba que la soledad ayudaría,
aunque confiaba que con el tiempo me resignaría,
nada ha cambiado desde entonces,
ni el dolor, ni el amor que por vos siento,
mis sueños aun te sueñan,
las tardes siguen igual de tristes,
las mañanas siguen silenciosas,
las noches, igual de llorosas,
los suspiros siguen confesando,
los vacíos todavía no se llenan,
el olvido no te olvida,
mi corazón aun te ama.
A pesar de todo, aunque parezca no tener nada,
aunque el dolor esté entrelazado entre mi corazón y la memoria,
aunque caminar duela, aunque levantarse duela,
aunque respirar duela, aunque vivir duela…
Seguiré… porque vos seguís aquí.
(«En un puerto trataste de olvidar, pero aprendiste que para tu dolor sólo existe una cura… para el mío también.»
Cuando has amado de verdad y con el tiempo la persona que amas se despide es algo que no puedes entender. Ni con lágrimas, ni con preguntas, ni con culpas o reproches, con nada de eso podrás olvidar. ¿Qué camino seguir entonces? Creo que el primer paso es perdonar.)
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